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Cartas de Don Clímaco: QUEJUMBRES DE VIEJO REUMÁTICO…

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Señor director de la Revista El Crisol:

Una vez más, como me sucede de cuando en cuando, me da por escribirle adon climaco[1]unas pocas líneas para mitigar esta soledad infinita de viejo abandonado por todo el mundo, que luego de escribir uno que otro Coloquio que usted generosamente me publica, me quedo sin más oficio que darle vueltas y mas vueltas a las tantas cosas que en mi perra existencia me toco vivir, transcurrir de imágenes y de circunstancias que muchas veces no tiene coherencia cierta.

Dirá usted no sin cierta razón que esta es manía de locos, pero la verdad es que  los que todavía no tienen tantos años en las espaldas  no saben lo que es ver correr las horas y los minutos de quienes por  ahí, sin futuro cierto alguno, solo esperamos que la parca venga por nosotros y termine esta tortura en cámara lenta que es vivir con mil enfermedades a las espaldas.

Pensara  que exagero y dramatizo, pero cuando ya ni el más querido de los tataranietos se toma la molestia de venir a conversar ni siquiera un par de minutos con el destartalado viejo y, por supuesto, mucho menos le pregunta como esta de dolores y si necesita que lo lleve al puesto de salud mas cercano,  la existencia se vuelve muerte respirando y con los ojos abiertos… Sobre todo cuando los dolores reumáticos, la ceguera y el poco oír se convierten en una carga angustiante minuto a minuto.

Porque por supuesto, señor Director, a punto de tanto oír quejarnos nadie nos quiere preguntar -¡ni de fundas!-  por nuestros dolores, y no se porque no entienden que necesitamos ir al medico y buscar de esos que dicen ser altruistas componedores de las enfermedades mortales, una formula y unas drogas para disminuir tanta dolencia. Pero claro, es que la asistencia médica entre nosotros se volvió un artículo de lujo, al que ni siquiera con plata se accede, lo que no deja de ser una desgracia para una nación que en la retorica constitucional dice que es “Un Estado Social de Derecho”. Jajajaja…  Y no me haga reír mucho porque entonces mis dolores se multiplican desesperantemente.

Me cuentan algunos de los vecinos – pobres como yo-  que tienen que ir a un Puesto de Salud a buscar asistencia medica, que deben  llegar desde las dos de la mañana a hacer unas  inhumanas filas, para que a las diez de la mañana,  ya con el  rey sol en todo su esplendor,  le digan que tiene que volver al otro día, porque los cinco fichos que dan derecho a la asistencia del galeno, se acabaron hace dos horas. ¡Por Dios, señor Director! ¡¿Qué es eso?!

Pero en fin, yo solo quería decirle que quiero escribirle, de cuando en cuando, unas cuantas líneas sobre todas esas vivencias y recuerdos que me rondan como fantasmas por la cabeza, a ver si así mitigo aunque sea un poco esta desazón del alma que, creo, no es solo mía, sino de tanto viejito abandonado que hay es esta ciudad y departamento nuestro.  De los amigos no me pregunte… Cuando se era un poco menos viejo  y se tenía la posibilidad de un poco de poder, esos supuestos amigos deambulaban como moscas zumbando alrededor de mi covacha.  Pero pobre y sin influencias, “amigo ratón del queso”.  No se acuerdan de uno ni por equivocación. Pero no se mortifique Señor Director, que esa es la condición humana. Condición que es bien preocupante y no deja de propiciar feas sorpresas de cuando en cuando.

Pero sea todo por hoy, buen amigo. Si me alargo más en estas líneas a lo mejor usted de la “cuelga”, como decimos en el argot periodístico, y ahí si no me matan los males sino la piedra. Con profundo sentimiento de dolores reumáticos:

Don Clímaco.    

Bucaramanga, 12 de Marzo de 2013.