Editorial

Editorial: CARLOS VIRVIESCAS PINZÓN

Publicidad

Por Wilfredo Sierra Moreno.

wilfredo sierra morenoDeja el paso transitorio por este planeta en más gallardo, señor, inteligente y pulcro planificador de la ciudad de Bucaramanga, aquel que tuvo en mente un concepto moderno y desarrollado de ciudad y que, como nadie, procuro colocar a la capital del departamento de Santander en consonancia con los criterios modernos de arquitectura y diseño. Carlos Virviescas fue, junto con Alfonso Gómez Gómez, de los pocos políticos de la región de los que se pude decir que fueron cristalinamente transparentes y que, a lo mejor, metieron las patas en algunas decisiones personales de su vida, pero nunca metieron la mano al erario publico para enriquecerse personalmente.

Fue Carlos Virviescas de esos prohombres de la ciudad que fueron concejales de Bucaramanga en una época donde la condición de concejal se asumía a honoris causa y no se estaba pendiente de ver cuantas gabelas se les podía sacar a esa condición, sin pedir sueldos, viáticos, sobresueldos, salud y pensión, a la manera de los insaciables “chupasangre” de ahora que no paran en pedir más y más prerrogativas que, por supuesto, se pagan con los dineros que los ciudadanos entregamos en la tesorería local, por concepto de  impuestos al municipio.

Pero sobre todo destacaba en esos dirigentes tipo Carlos Virviescas, el don de gentes, su cultura, su preparación profesional que incluida varias especializaciones y su comportamiento como jefe de familia ejemplar, que contrasta con la patanada inculta y vulgar, el alcoholismo desaforado e insultante y la inconsistencia ética en la vida personal que no resiste un revisión detenida sin que salgan a relucir hechos no propiamente publicables. Eran claro, otros tiempos, y en ellos el talante, la visión de presente y futuro, la formación humanitaria y la gallardía de los verdaderos señores, daban lustre a sus exponentes y, entre ellos de manera especial, Carlos Virviescas Pinzón. Paz en la tumba a nuestro buen amigo y como nos va ha hacer de falta en estas épocas de áridos desiertos.