Por Wilfredo Sierra Moreno.
Pareciera que no está precisamente iluminado el señor Presidente de la República cuando se trata de asumir posturas en política internacional y ahora, además del escandalo armado con la visita del líder de la oposición venezolana, Juan Manuel Santos soltó “el globito” del ingreso del país a la OTAN, entidad que nos hace saber, rápidamente, que el país ni tenemos las condiciones para pertenecer a esa organización ni tampoco estamos invitados.
Pero el “cañazo” de nuestro Presidente jugador de póker ha servido – una vez más- para alebrestar al vecindario, que ha calificado la insinuación de su gobernante como “una puñalada en el corazón de las relaciones de América Latina”, y los ha convocado, todos a una, para arreciar sus criticas contra nuestro país. Si bien es cierto, y lo ratificamos, nuestra nación tiene derecho de desarrollar su política internacional como republica independiente sin pedirle permiso a nadie, tampoco hay que olvidad que la diplomacia siempre ha tenido una razón de ser en el concierto de las naciones desde que los tratados internacionales se hicieron vigente, y no resulta conveniente, día a día, ir minando el terreno de la convivencia general, sobre todo con el vecindario más cercano.
Da la impresión que la presión de consolidar la reelección por parte del Presidente Juan Manuel Santos le esta llevando a hacer declaraciones presionado por el interés de impresionar al auditorio local y nacional, sin medir, muchas veces, las consecuencias de lo que el intereses mediático le aconseja, y que algunas ves va en contravía del interés general de la nación. Es lo que igualmente se pudo ver, cuando al calor de su nueva efervescencia verbal del Presidente candidato, Santos dijo que de ser cierto que las amenazas de la FARC a los sindicalistas colombianos, eso seria suficiente para retirarse de la mesa de negociaciones de Cuba.
Ni tanto que queme al santo, ni tampoco que no lo alumbre. Porque si bien es cierto siempre hemos tenido fuertes reservar sobre algunos de los objetivos súper idealistas que ha veces surgen de la mesa de conversaciones de Cuba, no quiere decir que un acuerdo racional de paz no sea beneficioso para el país. Lo que en últimas parece ser es que al doctor Santos le hace falta un buen asesor de comunicación y de su manejo emocional, para que le controle la bilirrubina cuando los aplausos del auditorio le hagan creen que es el más grande líder de todos los tiempos del país. Y ojala le controlen esos momentos de efervescencia y calor, porque su constantes metidas de pata lo están dejando muy mal parada a los ojos de sus admiradores…