Por Wilfredo Sierra Moreno.
Mientras transcurría la llama semana de reflexión del catolicismo mundial, en nuestro país los señores ex Presidentes de la República colombiana y el mismo gobierno nos regalaban con la más cruda de las guerras verbales en donde, personajes de una dimensión que hacen esperar prudencia y ecuanimidad en su comportamiento, se dedicaron a agredirse con los más gruesos epitetitos que, según algún medio de comunicación nacional, hizo recordar las peleas de la verduleras…
En un país signado por el caudillismo donde los elegidos no se convierten en interpretes del interés general sino en pequeños dioses que fungen desde sus egos como soberbios dueños de las verdades rebeladas, la preocupación por las cosas que deben ser prioritarias en un concepción política madura es relegada al servicio de los caprichos soberbios de estos supuestos pequeños dioses y, el interés general, las demandas fundamentales de las grandes mayorías de la nación, son olvidadas en favor de las rabietas inmaduras de quienes solo aceptan obediencias servil a sus criterios.
La expresión de esta inmadurez de los jefes y ex jefes de gobierno colombiano empieza, por supuesto, en los partidos políticos que cubren al espectro electoral colombiano, que más que receptores de las inquietudes y las preocupaciones de las áreas de opinión que respaldan su accionar, son un cumulo de parcelas de familias tradicionales que han hecho de la transmisión de su cacicazgo político a sus hijos, mujeres y nietos, una forma bien vulgar de monarquía tropical, que da grima frente a una concepción realmente madura y seria de la política en su más alta acepción intelectual y conceptual. Es Macondo, señores. Los “generales” de los feudos seudo ideológicos hablan desde su arrogancia y fatua presunción personal, y poco les importa si en su expresión de tan primaria soberbia ególatra, se llevan el los cachos en interés de las grandes mayorías del país…