Editorial

Editorial: ¿ES UNA VERDADERA PAZ POSIBLE?

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Por Wilfredo Sierra Moreno.

OLYMPUS DIGITAL CAMERAQuienes somos escépticos frente a la promesa de una paz no lo somos porque tengamos una propensión maniática a impulsar la guerra, sino porque durante muchos años, con el tema de la paz como con muchos otros se nos ha engañado miserablemente, y nos resulta, cuando menos imposible, creer que como lo cacarean, al otro día de la firma de una acuerdo con la guerrilla van a correr ríos de miel y leche por nuestro país.

Entre otras muchas cosas porque el Estado a lo largo de los últimos años ha dado muestra de que verdaderamente no tiene el control de todos los hilos del poder, ni puede garantizar muchas de las empresas en la cual se ha comprometido. Y una muestra especifica de ello es el tema de la restitución de tierras en donde, por encima de los discursos del gobierno, no se ha podido garantizar la estabilidad, el desarrollo y ni siquiera la vida de quienes hacen reclamaciones, muchos de cuyos participantes  del proceso han terminado muertos, sin que el Estado, con todo su aparato,  haya ni siquiera dado con los responsables de los hechos.

Pero por otro lado, esa misma deficiencia corre en contra de los grupos subversivos proclives a dar el paso  a la legalidad, y ahora que se habla de la posible participación de las FARC en la actividad política legal nacional, uno no deja de pensar con el exterminio de la Unión Patriótica,  muchos,  si no todos de cuyos  crímenes  nunca fueron resueltos por una estructura jurídica estatal que deja mucho que desear. ¿En condiciones jurídicas, económicas, estructurales y de seguridad tan precarias, alguien puede garantizar que la sola firma de un acuerdo de voluntades entre el gobierno y las FARC es suficiente para que todos los males desaparezcan de nuestro suelo?

Terminemos diciendo que como todo ser humano normal desearíamos vivir en la más tranquila y prospera de las sociedades del mundo, y que si fuera cierto que con solo la firma de un papel entre la guerrilla y el gobierno todas nuestras dificultades desaparecerán, estaremos felices de disfrutar y gozar de tales mieles. Y nos gustaría estar entre quienes tienen que reconocer que estábamos equivocados con nuestro escepticismo frente a este proceso. Pero la voz equilibrada de la razón y la experiencia evaluada de los que nos ha sucedido  en el inmediato pasado, no nos dejan ser tan optimista. Pero reiteramos, nos gustaría estar equivocados.