Por Wilfredo Sierra Moreno.
El director regional de Fenalco ha puesto sobre el tapete el tema de los parqueaderos en la ciudad de Bucaramanga y la posible ausencia de un buen número de ellos como justificación de que los conductores de carros particulares sigan dejando sus vehículos en las calles nuestras, he inmediatamente ha salido alguna representante de los dueños de estos negocios a decir que parqueaderos hay suficientes pero lo que sucede en esta ciudad es que sus habitantes no están acostumbrados a usarlos porque prefieren la calle para parquearse.
El tema no deja de ser interesante, largo y con múltiples facetas, pero la discusión da para recordar que aunque ya hace varias, de verdad varias semanas el señor Director de Tránsito de Bucaramanga prometió que iba a terminar con esa inveterada costumbres de nuestros conductores de vehículos de atravesarse en cualquier lugar de la ciudad, fuera de dos o tres acciones esporádicas en uno y otro lugar, la tal promesa no se ha cumplido para nada.
Empecinado enfermizamente en el tema de los motociclistas, que por supuesto que está bien que también los ponga en cintura, la verdad es que no hemos visto la disminución de la presencia de los cuatro ruedas en todas y cualquier parte, y pareciera que, como promesa clásica de políticos, vamos a tener que ver pasar los cuatro años de la presente administración sin que los correctivos en esta materia se den. Por supuesto, uno entiende a los diferentes Directores de Transito de la ciudad con un número de alférez realmente reducido, y para colmo de males, agrupados en un fuerte sindicato, que los hace prácticamente unos señores intocables, que hacen lo que les da la gana en esa institución.
Que los ciudadanos de Bucaramanga se acostumbraron a parquear en la calle es tan cierto como que la mayorías de nosotros somos más tacaños que los mismos habitantes de Zapatoca – a quienes por conceptos tradicionales le adjudicamos ese defecto – prefiriendo exponerse a los peligro de los amigos de lo ajeno que se han multiplicado últimamente en esta ciudad, pagando unas pinches monedas a un vigilante callejero que, indudablemente, no es garantía de nada.
Pero en gracia de discusión hay que también decirles a los señores dueños de los parqueaderos que tampoco es que adentro de sus instalaciones la seguridad este muy garantizada y muchas veces los pequeños y grandes robos de los vehículos se dan dentro de sus predios, sin que a la final los dueños de estos negocios respondan por nada. Aquí, como en muchas otras discusiones, no es cierto que los malos estén en un solo lado y los buenos del otro. Y aunque los propietarios de parqueaderos tiene la ventaja de que los permanentes y desconcertantes robos en sus predios no tienen mucha prensa, tampoco es que sean un dechado de virtudes como han salido a mostrarse por medio de su “bocona” vocera.
Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre. La medianía y la incompetencia ronda entre nosotros por todas partas, y lo que al final puede suceder es que luego de la discusión mediática propiciada por los medios de comunicación, todo quede como antes, es decir mal. Discutir y gritar mucho para que todo siga igual es una muy ancestral manía santandereana, y puede ser que dentro de 10 años nos sigamos quejando de los carros parqueados en las calles de la ciudad. Titulares de prensa, declaraciones, promesas de cumbianbera, pero todo sigue igual. Una triste pero innegable realidad de nuestra macondiana sociedad.