Por Wilfredo Sierra Moreno.
Definitivamente detrás de la postura dogmática de muchos sectores nacionales en torno a temas controvertibles como las posibles conquistas legales de los homosexuales, por ejemplo, hay una fuerte influencia de esa formación religiosa cavernaria que todo lo convierte en pecada, dañino, peligroso, y que ha sido el origen de muchos de los traumas de ingente cantidad de seres que nunca pueden vivir una existencia alegre y productiva, porque llevan en su inconsciente el estigma del “pecado original”, el más perverso de todos los inventos de quienes han hecho de asustar y someter a sus semejantes un lucrativo negocia, negocio que disfrazado de religión, produce muchos réditos económicos y de poder.
Increíblemente quienes asumen actitudes supuestamente “angelicales” no tienen la suficiente madurez para entender que en el interior de sus instituciones tienen las peores prácticas humanas de que se puede tener conciencia, y para el caso de los católicos, para no ir muy lejos, se hace locos con el hecho que su clerecía esta llena de homosexualismo, que si se limitara a su practica entre adultos y conscientes de su tendencia sexual, santo y bueno. Pero, lo aberrante, es que los curitas se han dedicado a lo largo de los años a violar niños y destruirles su vida de la manera más miserable, sin que ellos les impida asumir la voz hipócrita de condenar las relaciones homosexuales entre adultos.
Por desgracia la hipocresía y las posiciones de fondo falso nunca han estado ausentes de la historia de la vida de los mortales y, así, en nombre de Dios y del amor se han hecho muchas y muy sangrientas guerras, se ha sometido y violentado pueblos y todos -¡increíble!- tan contentos… Y pedir a estos fanáticos que sean consecuentes con la civilidad y la racionalidad es más que imposible, porque justamente fanatismo es sinónimo alucinación, locura, falta de sentido común, y a los alienados es difícil hacerlos vivir cuerdamente. Lo verdaderamente triste es que toda esta locura se quiera llevar a la acción legal e institucional, donde se supone debería reinar el sentido común. Sentido común que dicen los que saben, es el menos común de los sentidos.