Por Wilfredo Sierra Moreno.
Sinceras felicitaciones a los funcionarios de la administración municipal de Bucaramanga que en un trabajo serio están poniendo en cintura a los señores de algunas sectas evangélicas de la ciudad que, haciendo alarde de supuestas licencias divinas para hacer con sus congéneres lo que les de la gana, y entre esas cosas, agrediendo auditivamente a los vecinos de sus establecimiento con la emisión a altos volúmenes de las largas y tediosas celebraciones, en las que se caracterizan por gritos estridentes y expresiones de emociones colectivas, dignas de la preocupación de cualquier mediano siquiatra.
Por supuesto estos presumidos “elegidos de Dios” no son los únicos en propiciar incidentes que incomodan el tranquilo transcurrir de la vida en la comunidad y, así, algunas iglesias católicas suelen hacer alarde de sus magníficos equipos de sonido desde muy tempranas horas de la madrugada, importunando el descanso de los ciudadanos que recuperan a esas horas energías del trajín diario, y nada quieren saber de estos “iluminados” que nos quieres aplicar la “salvación” a cualquier precio.
Pero también violan las buenas costumbres los dueños de algunos centros comerciales, tiendas y supermercados, los vendedores de verduras y frutas que se desplazan en zorras o carros gritando como verduleras las supuestas bondades de sus productos, los dueños de tiendas que convierten sus negocios en cantinas y extienden mesa y sillas por los andenes como Pedro por su casa, carros y motociclistas que han convertido las calles de nuestra querida Bucaramanga en vulgares parqueaderos y, en fin, toda una serie de ciudadanos y personajes que de eso que llaman “cultura ciudadana!, no saben nada. Gracias a los funcionarios de la administración municipal que van, en algunos casos, corrigiendo y condenando entuertos, pero con tantos violadores de las reglas de convivencia social, pereciera que esta fuera una empresa de nunca acabar…