Editorial

Editorial: LA REFLEXIÓN ES BUENA, PERO…

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Por Wilfredo Sierra Moreno.

OLYMPUS DIGITAL CAMERASeguramente uno de los resultados más eficientes de reflexión, a todos los niveles, es que esta produzca consecuencias en cuanto al cambio de los viejos comportamiento y de los errores que originan todas las dificultades personales y colectivas de una sociedad. Pero cuando la tal reflexión es solo una excusa para repetir los mismos discursos trillados de hace muchos años,  que nunca se ven reflejados en los comportamientos de quienes dicen de labios para afuera ser seguidores de determinada doctrina religiosa, realmente ahí no pasa nada y es solo un ejercicio estéril de religiosidad cansada que no lleva a ninguna parte.

Posiblemente una de las fallas estructurales más grandes del catolicismo como practica de comportamiento personal es la distancia que hay entre la predica de una clerecía rancia y recalcitrante y el verdadero compromiso de unos feligreses que van a sus actos por costumbre, mecánicamente, pero que no tiene adentro de si la disposición real de transformar su vida y ser hombres y ciudadanos más productivos y de buenas costumbres.

Había que hacer una encuesta entre los miles y miles de hombres y mujeres que llenan por estos días las iglesias del en cuanto a la postura de la jerarquía eclesiástica sobre el uso del condón y si,  ellos,  realmente practican  las normas que su iglesia determina al respecto, para entender como esa militancia religiosa no es mas que un barniz superficial que no tiene consecuencia practica que la vida de un ser humano determinado.

Ojala tanta verborrea seudo santificante se pudiera convertir en cosas practicas para que el mundo y nuestra país fuera mejor, pero la verdad es que de toda esa religiosidad superficial no le sirve en la practica a nadie.  Sobre todo cuando en nuestro entorno, al contrario con lo que pasa con el novel y carismático Papa de los católicos, lo que existen son unos clérigos arrogantes, dogmáticos y petulantes que aprovechan ésta,  la semana de su celebración, para sacar a relucir los ornamentos y vestimentas suntuarias que de manera tan revolucionario rechaza el Papa Francisco.  ¡Ojala aprendieran del buen ejemplo!