Editorial

Editorial: LOS BARBAROS DE LAS BARRAS DE FUTBOL

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Por Wilfredo Sierra Moreno.

Mientras la ciudadanía, los empresarios de la ciudad y el departamento yOLYMPUS DIGITAL CAMERA los medios de comunicación nos preparábamos para iniciar una nueva época en la campaña de nuestro equipo de futbol local, la acción de unos desadaptados sociales en un partido amistoso que, irónicamente,  tenia visos de ayuda social, va ha dar al traste con todas las ilusiones de la hinchada local, porque una vez más esos barbaros de las mal llamadas barras de futbol produjeron hechos bochornosos al interior del estadio, mientras a las afueras del campo deportivos, energúmenos con camiseta amarilla producían un muerto y varios heridos.

Independientemente de lo que las consecuencias de esta acción implique en una nueva frustración para las aspiraciones de hacer de la ciudad una región en donde también en el deporte se tenga una alternativa seria de recreación, lo cierto es que lo que se ve en la decrepitud de comportamiento de estos muchachos es una  clara crisis de nuestra sociedad como formadora de las nuevas generaciones y deja muy serios interrogantes sobre el futuro de nuestra comunidad.

Desafortunadamente ya se volvió costumbre  ver antes de iniciar los partidos a estos muchachos llenos de mariguana merodeando los negocios y los posibles visitantes al estadio, pidiendo monedas para supuestamente completar lo de la boleta de entra al partido, cuando todos sabemos que el objeto de esos dineros es comprar mas drogas alucinógenas. Y eso pasa delante de los ojos de todo el mundo, incluida autoridades de policía, que desafortunadamente  y sabrá el diablo por que causa, no pueden hacer nada para frenar este rio de mariguana y otros sustancias que corre a borbollones en las inmediaciones de estadio, antes y después del partido.

¿Tienen estos muchachos en el transcurso de la semana, padres, profesores, lideres espirituales y amigos que de alguna forma los invite a reorientar el curso de sus existencia? Parece que no, y lo que eso muestra es que, por lo menos en algunos estratos de la sociedad la posibilidad formativa de las nuevas generaciones esta perdida y, como diría mi querida abuela, nos llevo el patas. Triste, cuando tanto reformador de pacotilla anda por ahí prometiendo nuevos paraísos terrenales que solo están en la mente de esos, igualmente alienados, predicadores baratos… ¿Qué hacer? Parece que nada. ¿La estructura actual del aparado jurídico policial nos garantiza nuestra vida y nuestra honra? Ahí también la respuesta parecería negativa. ¿Profesores y padres hacen algo serio para formar adecuadamente a la juventud? ¡Que va! Solo nos queda esperar que la barbaridad juvenil siga creciendo con el curso del tiempo y la contribución de los microdistribuidores de drogas y que algún día, no muy lejano,  acaben con la sociedad. ¡Que desgracia!