Por Wilfredo Sierra Moreno.
Posiblemente no hay “tirria” más generalizada entre nosotros los santandereanos como la que le tenemos a los antioqueños a los que, por donde sea, tratamos de menospreciar y agredir conceptualmente, en esa actitud montadora y arbitraria tan propia de nuestro ancestro, para tratar de “joder”, a como de lugar, al otro. Pero ahora que Medellín ha sido declarado la ciudad mas innovadora del mundo -¡del mundo, lean bien!- yo me pregunto hasta donde la “tirria” no termina siendo la actitud típica del condicionado que como no puede superar a su contendor, desde el resentimiento procura reducir la diferencia.
Por supuestos los paisas han tenido la ventaja que su regionalismo es algo más que un discurso monótono y. por ejemplo, el Presidente Uribe en los 8 años de gobierno le metió toda la plata del mundo a Antioquia y Medellín, mientras nosotros tuvimos un Presidente en ciernes durante la crisis del proceso 8.000 en la administración de Ernesto Samper, y ni siquiera nos hizo una vía Bucaramanga- Barrancabermeja de la cual pudiera sentirnos orgullosos.
Pero ahora que los paisas reciben el reconocimiento del mundo a través de la revista The Wall Street Journal, nosotros no tenemos vía respetable a Cúcuta, nos quedaremos sin comunicación con Barrancabermeja por culpa de los curiosos coluviones, el desplazamiento a Bogotá se vería seriamente comprometido si no le paramos bolas al puente de Pescadero, y nuestro obra bandera para descrestar el mundo, porque seria la más grande obra de ingeniería del planeta -¡según no decían!-, el Puente de la 9ª., va ha quedar como uno más de los tantos sueños con los que nos han engañado por tantos años, porque pareciera que la platica para construirlo voló, voló y voló…
Puede ser que los paisas sean los mas regionalistas y rosqueros del mundo – lo que quieran – pero han hecho de Medellín la ciudad más innovadora del planeta y no precisamente porque allá los periodistas se dediquen a hablar de bellezas que ciertamente no existen, sino porque tienen una compactación de intereses entre los sectores privado, público y educativo, que logra hacer de la capital de la montaña un lugar muy agradable para vivir e invertir. Cuan bueno seria que el lugar de vivir rajando de quienes saben hacer las cosas bien, aprendiéramos de ellos, y aplicáramos aquí la unidad regional, el amor por el terruño y la capacidad de pasar del dicho al hecho que tienen los antioqueños.