Por Wilfredo Sierra Moreno.
No la va bien al Presidente Santos en materia de encuestas frente a la opinión publica, pero tampoco le va bien al país en materia de crecimiento económico, factor en la cual las ultimas mediciones muestran cifras por debajo de lo esperado por los economistas entendidos, tendencia que desafortunadamente se mantiene en el muestreo de los últimos trimestres evaluados.
Muchos son los factores que han incidido es este resultado negativo en las expectativas económicas nacionales, pero donde los especialistas ven un verdadero lunar negó es en el tema de la ejecución de las obras publicas, en donde a pesar de las promesas con las que el gobierno suele acompañar sus diferentes visitas a las regiones, el nivel de ejecución real de construcción y finalización de obras es realmente muy bajo.
El problema estructural en obras públicas no ha sido patrimonio exclusivo de este gobierno, y todos recordamos al místico ministro de Álvaro Uribe, Andrés Uriel Gallego, recorriendo el país y prometiendo faraónicas autopistas de dos y tres carriles que nunca se vieron por ninguna parte. Afortunada o desafortunadamente, la incidencia de la ejecución de obras publicas tiene una incidencia muy seria en los resultados finales del crecimiento económico nacional, y si bien es cierto en el marco de un mundo signado por terribles debacles económicas los resultados de economías como la nuestras resultan realmente buenas, las medición de resultados confrontados a periodos de los años inmediatamente anterior, dan consecuencias que llaman a reflexión.
La emoción de los discursos en las visitas son electrizante, los titulares de prensa optimistas el día siguiente de las promesas resultan enaltecedores, pero de allí hay que pasar a los hechos para que las cosas sean concretas y serias. Sobre todo porque la insuficiencia de ejecución en obras publicas, desafortunadamente se ve críticamente reflejado en el crecimiento económico del país.