Editorial

Editorial: SEÑOR PERSONERO DE BUCARAMANGA, ¿EL EJEMPLO NO ENTRA POR CASA?

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Por Wilfredo Sierra Moreno.

wilfredo sierra morenoNo deja de ser contradictorio que mientras el señor Personero de la ciudad de Bucaramanga esta comprometido en una campaña para hacer nuevos ciudadanos – en todo el sentido de la palabra-  uno de los funcionarios haya sido precisamente el protagonista de un sonado escandalo el fin de semana anterior cuando las autoridades de transito lo pillaron manejando en estado de embriaguez. Lo que deja muy mal parada a la entidad cuando la educación del ciudadano no empieza por sus propios funcionarios y estos son capaces, con todas las implicaciones que ellos tiene, de violar las normas de cual seguramente el sancionado fue expositor en muchos escenarios en donde es tan fácil hablar de lo que uno no practica en su vida.

Pero eso debería servirle  señor Personero de la Ciudad para darle a entender que el comportamiento de los hombres no siempre es blanco o negro como usted en sus exposiciones, haciendo gala de su credo cristiano, trata de hacerlo ver, en esa pose de pastor evangélico frustrado, tratando de diferenciar  a los seres humanos entre buenos y malos, así a rajatabla, a esa manera de los fundamentalistas de dividirlo todo entre “elegidos del señor” y “pecadores nauseabundos”, recogiendo patrones dogmáticos que hemos visto entre otros personajes como el Procurador General de la nación.

Sabemos que usted  y su familia es militante ferveroso de una iglesia evangélica, lo que no nos merece ninguna critica como que en este país hay libertad de credos. Pero lo que resultaría preocupante es que los cargos a los que llegan los individuos al estado, sean utilizados como una herramienta sutilmente manejada para tratar de vender un comportamiento determinado como la única verdad “verdadera” en la vida de los bumangueses.

Cuando lo hemos oído hablar  señor Personeros en sus chalas en escenarios públicos, su posición radical sobre las posibles tendencias lesbianicas de las niñas en su primera edad, se nos hace una seria intromisión a la intimidad de la vida de todo ciudadano y  el libre desarrollo de la personalidad  que esta consagrado, inalienablemente, en la Constitución Nacional Y resulta una verdadera lastima no poder recurrir a la Procuraduría General de la Nación para que se revise en contenido y el tono de ese discurso, porque desafortunadamente en esa entidad  también prima el acento  fanático religioso que tanto mal le hace al desenvolvimiento de una sociedad que, por normas legales,  se define como laica.

Pero señor Personero, como diaria cualquier fanático creyente, “Dios no castiga ni con palo ni con rejo”, y ahí en los predios de su oficina la debilidad humana surgió como signo innegable de la no infabilidad de las creaturas de este planeta y que no se puede, tan fácilmente, dividir a los hombres  entre buenos y malos. Quienes han escuchado sus radicales discursos sobre el buen comportamiento, seguramente hubieran esperado de usted la destitución del funcionario “pecador”, pero usted prefirió recurrir al eufemismo del “debido proceso” y las investigaciones legales que, como todos sabemos, no llegan a ninguna parte. Un procedimiento tortuoso que demuestra que a la hora del té, del dicho al hecho hay mucho trecho.