Por Wilfredo Sierra Moreno.
El cada vez son más frecuente los escándalos de funcionarios de alto rango o de hombres y mujeres de estratos medios y altos a quienes se les van las luces después de unas cuantas copas, demostrado que el alcoholismo como enfermedad no respeta condición social, ni sexo, ni color de la piel, y que a cada uno le va dando su buen golpe el día menos pensado, a la hora menos imaginada y en el lugar menos indicado.
Por fortuna ya las autoridades de transito de la ciudad de Bucaramanga tiene un precisa documentación sobre el fenómeno y, en un convenio con la comunidad de Alcohólicos Anónimos, enviaran por vía de información a infractores encontrados en las calles manejando en estado de embriaguez, y mediante la asistencia a 10, 15 o 20 reuniones, cada infractor tendrá suficiente instrucción sobre el problema del alcoholismo y podrá determinar, por si mismo, si su caso particular es de alcoholismo o no.
Pero por supuesto, falta la suficiente ilustración sobre la materia en los medios de comunicación para sensibilizar a hombres y mujeres que, como todo tipo consumidor permanente trago, nunca querían reconocer que no pueden controlar sus copitas y que después de la primara quedan atornillados a la silla hasta que la embriaguez total los hace cometer todo tipo de imprudencia. Cuando la mayoría de los consumidores permanente de licor y la ciudadanía tengamos una clara conciencia de lo que el alcoholismo es realmente como enfermedad, posiblemente la censura y la estigmatización del infractor, sobre todo de cierto nivel social, no sería tan fuerte, y entenderíamos que no es precisamente con garrote como se debe tratar a un enfermo.
No es un proceso fácil, lo entendemos, porque borracho que se respete es impertinente, agresivo, y se cree el ombligo del mundo para hacer lo que le de la gana con los demás. Pero esa actitud es solo uno más de los síntomas de un problema complejísimo que ciertamente no es fácil de entender de buenas a primera. Como nos esta haciendo falta a todos una pasadita por Alcohólicos Anónimos, no solo quienes beben sino igualmente a quienes no lo hacen, para que se eduquen en la materia.