Por Alberto Barón
Hablar de la problemática que se vive en la ciudad de Bucaramanga y su área metropolitana relacionada con los medios de transporte usados por quienes los demandan, que en ultimas debe ser el más importante, al que deben tener en cuenta: el usuario. Hay que retroceder de los efectos a las causas como lo dijo Sherlock Holmes. Y para ello hay que tener en cuenta al empresario, el conductor o taxista, el pirata, el usuario y el gobierno para el análisis de la problemática que ha generado conatos de paro en la ciudad.
Los empresarios, con esfuerzo han formado unas organizaciones empresariales, aportando trabajo, conocimientos y recursos. La gran mayoría de empresas nacieron, de la voluntad de un grupo de personas cada una con un carrito quienes prestaban servicio de transporte a la comunidad, lo mismo que está sucediendo hoy quienes deciden organizarse y constituir una empresa de servicio individual de pasajeros.
Que haya personas que tienen 10, 20, 30 y hasta 100 taxis no quiere decir que las empresas nacieron con esas grandes inversiones. Como unos son los empresarios y otros los propietarios debemos preguntarnos inicialmente cuales son los intereses de los empresarios, concluimos que a más de tener organización empresarial, está la venta de la carta de aceptación para que el vehículo ingrese a prestar el servicio, llamado “cupo” cuyo costo hoy supera los 100 millones de pesos, la mensualidad de la administración, la venta de los seguros, planillas, cambio de aceite, accesorios, etc.
En este contexto ¿se justifica que un cupo que es una carta, un intangible; tenga valor de más de 100 millones de pesos, que el retorno del capital para el inversionista sea cada día más lejano? Las tarifas existentes son muy costosas o de fácil acceso al usuario. ¿El taxista en la prestación del servicio ha cambiado, Se ha elitizado, es como antaño, amable, servicial, cumplidor de su deber, cumple con la obligación de transportar al usuario, se regodea y no presta el servicio, hay sectores a los que no les gusta ir?. ¿Cuál es su vocación, alteran el taxímetro, cobran lo justo?. ¿Está capacitado para prestar el servicio? ¿Le generan confianza al usuario, se ha infiltrado por la delincuencia?
La respuesta: algunos cumplen con todos los requisitos, pero el no cumplimiento de muchos es lo que incide en que existan otros medios que compitan en la prestación del servicio. Los piratas son personas no organizadas, que riñen con la normatividad, en su gran mayoría ex taxistas, no le ofrecen al ciudadano ninguna seguridad, la mayoría de vehículos son jubilados o motos. Pero contrario a los taxistas le paran al usuario, lo transportan a donde este quiere, son amables, ayudan a subir y bajar las maletas, es más barato. Prestan el servicio argumentando la necesidad de empleo y la búsqueda del sustento diario aunque hoy ya también se ve piratas que tienen cinco, diez vehículos.
La gran pregunta es. ¿Porque existen los piratas? Porque hay mala prestación del servicio aunado a que este es más barato, no les toca pagar 100 millones por una carta, no pagan mensualidades, planillas, en fin… Y ante todo porque tienen usuarios a sabiendas que no les dan las mínimas garantías de seguridad. En últimas parece que al usuario le importa más un buen servicio a la seguridad. No debería ser así pero prefieren tomar ese riesgo.
El gobierno es culpable, porque permite que una carta que el estado otorga mediante una resolución llegue a valer 100 millones de pesos y no hace nada. La falta de control de las autoridades de transito al permitir que tanto taxistas como piratas hagan lo que quieran, la no exigencia y concientización al usuario para que busque medios de transporte legales y seguros, decretar altas tarifas, mantener altos costos de los combustibles, no generar empleo para que no opten por ponerse a piratear. Permitir que se les creciera la problemática. No controlar a las empresas para que a su fuerza laboral ingresen personas debidamente capacitadas en la prestación del servicio. No atender el mensaje que le está comunicando el usuario.
En últimas como el pueblo es la voz de Dios, si está demandando esta clase de servicio sus razones tendrá, hay que escuchar lo que está exigiendo. Hay que corregir rumbos, buscarle soluciones definitivas al transporte informal, o les generan otras fuentes de empleo para sacarlos del mercado o miren la posibilidad de ingresarlos al mercado del transporte formal.