Por: Álvaro BELTRÁN PINZÓN
Con respecto a los reales motivos que llevaron a la terminación del Campo Escuela Colorado, asignado por la Empresa Colombiana de Petróleos a la Universidad Industrial de Santander en 2006, no ha habido una claridad satisfactoria. En sus comunicados, Ecopetrol da cuenta de la existencia de incumplimientos por parte de la UIS y esta, en los suyos, hace referencia a una serie de realizaciones, tesis y trabajos allí efectuados, pero nada dice sobre falta alguna a sus compromisos, todo lo cual podría calificarse como un diálogo de sordos o indeseable cortina de humo.
La gravedad del tema exige precisiones. No puede ser aceptable que ahora se plantee la peregrina idea según la cual, con la cesación unilateral del convenio establecido para tal efecto, la institución educativa sale gananciosa porque tendrá garantizada la posibilidad de adelantar actividades académicas en todas las instalaciones de la petrolera. Aquí no debe operar la lógica Maturana que establecía “perder es ganar un poco”.
Ahora bien, la futura entrega de cien mil viviendas gratis representa un alto punto de referencia que, junto con las leyes de restitución de tierras y de reparación a las víctimas de la violencia, marca un hito histórico entre las iniciativas que ha puesto en marcha el gobierno Santos.
Aunque este programa desafortunadamente no es posible deslindarlo de las tácticas coyunturales con las cuales se posiciona a su promotor, el Ministro de Vivienda, como ejecutivo de realizaciones eficientes y también se afianza la opción reeleccionista con miras al próximo debate electoral, sí representa resarcimiento parcial de un pasivo irritante que el país tiene en el campo social.
Muchos colombianos comenzarán a encontrar en la concreción de esta ilusión una salida decorosa para sus trayectorias replegadas en la marginalidad y un punto de reencuentro con la Nación. Nadie es de ninguna parte hasta tanto disponga de un lugar de anclaje -del famoso “techo propio”- que le permita arraigar su vida, construir esperanzas y fundamentar la razón vinculante de su existencia con una comunidad estable.